No hay impermeabilidad de uno mismo ante lo sonoro. El sonido toca-'illico'- el cuerpo, como si el cuerpo se presentara ante el sonido más que desnudo desprovisto de piel. Orejas: ¿dónde está vuestro prepucio? Orejas: ¿dónde están vuestros párpados? Orejas: ¿dónde están las puertas, las persianas, la membrana o el techo? Antes del nacimiento y hasta el último instante de la muerte, hombres y mujeres oyen sin un instante de reposo. No hay sueño para la audición. Por eso los instrumentos para despertar recurren al oído. Es imposible para el oído ausentarse del entorno. No hay paisaje sonoro porque ese paisaje supone una distancia ante lo visible. No hay apartamiento frente a lo sonoro .Lo sonoro es la tierra natal. La tierra natal que no se contempla.
Pascal Quignard. El odio a la música
Pascal Quignard. El odio a la música

Al igual que en la flor de la canela, los sonidos de Eros, es un libro de una mujer para otra mujer. Una mujer que entrelaza su saber y las resonancias de goce en su cuerpo. Con ello, se está bien provisto para irse de comisión al sueño libre, en la voz de Ida Vitale. Se entrelaza, sin desconocer que de todas maneras lo indecible de lo femenino permanece allí, en su arar en el mar. Bella imagen que ubica lo imposible como un resto que no procede de ninguna inscripción. Una "lituratierra” singular, un eros acogido y acompasado en la letra, que va suscitando un pulso. Instantes desprovistos de sucesión, ocupando el espacio sonoro como Geiseres de elaciones vocales. Mutaciones, que Ani ubica en los Tiempos con mayúscula, temporalidad que ordena los restos, pero que no se mide con la duración. Y, nos hace saber, que Chabuca también era habitante de sus migraciones pulsionales. Para ello el libro demuestra que más que huellas que nos hablen de representaciones, se trata de un itinerario intérprete. Proliferaciones, pero también bordes. Acontecimientos por fuera de cualquier convención. Fugaron por las laderas, canta Chabuca canta. El ciclo del agua en el drama de mi voz. Balbucearte de nuevo en los puentes de mi voz y dejarte caer otra vez pobre voz. Ani no repite a Chabuca, sino que la continua porque hace pasar algo nuevo sin romper el lazo. La continua decía, porque ella hace sus propias fugas. Tenemos tempo y tenemos fugas y en la fuga se afirma, creo que te estoy inventando: piel inabarcable de la arena, a la espera de su soplo. Es que la paridad puede triturar el soplo femenino, reflexiona Julia Kristeva, en su correspondencia sobre Lo sagrado lo femenino. Me parece claro proponerles que
no la repite, porque no cree que Chabuca haga cancioncitas .Este libro está escrito con la fidelidad de un copiloto, traza un mapa y nos advierte que hay canciones, que pueden ser escuchadas con esas pistas: vaivenes de palabra y melodía, medio sutil con el que se impregnan los cuerpos. Estar al lado de Chabuca para constatar que si bien algunas cosas escapan al sentido, no escapan al sonido y algo de ella asoma como trino de una voz, que se recorta en su hacer de alcoba. Caminos que sugieren- que persistir en un anhelo- es también una erótica, que no tiene descuentos en el espacio público, porque el desconocimiento también , puede ser tratado como una ofrenda de la vida .Lacan decía que la música era un conector fabuloso para lo que no hay. Vierto mi carne en remolinos y las disperso en jirones de espuma, esto es lo que no hay de sentido, pero hay de sonido en un verso de W. Whitman
El Bello durmiente…… y, su despertar
“Encuentro que el Perú puede entenderse como ese otro personaje, que es un “ bello durmiente”, al que podemos recorrer casi como quien recorre la piel de un amante, desde sus verdes, hasta el manto de sus costas. Un amante al que se le pide amor, un amante idealizado, gigante, erguido. Un país, un padre amado, bello durmiente” (Los sonidos de Eros. Ani Bustamante. Ed. Letra Viva)
¿Para qué sirven los versos, si no es para esa noche en que un puñal amargo nos averigua? P. Neruda
Eros desaparece ante la curiosidad de Psique.
El bello durmiente es Eros, el que permanece por fuera de la luz, el que se encuentra escondido en la penumbra y, recibe- noche a noche- la visita de Psique, para realizar las bodas del cuerpo. Hay un acuerdo pactado, Psique no puede llevar la luz a sus encuentros sexuales… Pero, la curiosidad vence la norma del acuerdo, y Psique furtiva y anhelante, lleva una lámpara cuando Eros ha caído dormido. Quiere con todo el ímpetu que le proporciona su curiosidad, dar luz al rostro del amante, quiere saber con sus ojos, cuál es el rostro de ese deseo que la arrastra y la extravía como eco de su cuerpo enamorado. Como era de esperar, tropieza. Cae una gota de aceite en el hombro de Eros, Psique quema en el cuerpo de Eros, una gota de luz. Eros despierta y huye, dejando a Psique abrazada a su lámpara.
Despertar entonces es una terrible figura para una mujer enamorada, Chabuca también despierta y es ese despertar lo que la prolonga en un silencio y, probablemente también en un insomnio .El joven poeta Javier Heraud ha muerto, en la estupidez de su deseo puro. No hay consuelo para esa muerte, Chabuca hace desde su silencio el duelo. Cuando el silencio ha llegado a su fin Chabuca compone una canción, y canta y se enroló a morir, donde antes quiso. Pero, Eros no muere – es hijo de Poros, Poros, el recurso- es sólo Psique que lo se siente morir. El arte confirma ser aquello que cobra bríos cuando va a buscar lo que ha producido su desvanecimiento.
El Bello durmiente…… y, su despertar
“Encuentro que el Perú puede entenderse como ese otro personaje, que es un “ bello durmiente”, al que podemos recorrer casi como quien recorre la piel de un amante, desde sus verdes, hasta el manto de sus costas. Un amante al que se le pide amor, un amante idealizado, gigante, erguido. Un país, un padre amado, bello durmiente” (Los sonidos de Eros. Ani Bustamante. Ed. Letra Viva)
¿Para qué sirven los versos, si no es para esa noche en que un puñal amargo nos averigua? P. Neruda
Eros desaparece ante la curiosidad de Psique.
El bello durmiente es Eros, el que permanece por fuera de la luz, el que se encuentra escondido en la penumbra y, recibe- noche a noche- la visita de Psique, para realizar las bodas del cuerpo. Hay un acuerdo pactado, Psique no puede llevar la luz a sus encuentros sexuales… Pero, la curiosidad vence la norma del acuerdo, y Psique furtiva y anhelante, lleva una lámpara cuando Eros ha caído dormido. Quiere con todo el ímpetu que le proporciona su curiosidad, dar luz al rostro del amante, quiere saber con sus ojos, cuál es el rostro de ese deseo que la arrastra y la extravía como eco de su cuerpo enamorado. Como era de esperar, tropieza. Cae una gota de aceite en el hombro de Eros, Psique quema en el cuerpo de Eros, una gota de luz. Eros despierta y huye, dejando a Psique abrazada a su lámpara.
Despertar entonces es una terrible figura para una mujer enamorada, Chabuca también despierta y es ese despertar lo que la prolonga en un silencio y, probablemente también en un insomnio .El joven poeta Javier Heraud ha muerto, en la estupidez de su deseo puro. No hay consuelo para esa muerte, Chabuca hace desde su silencio el duelo. Cuando el silencio ha llegado a su fin Chabuca compone una canción, y canta y se enroló a morir, donde antes quiso. Pero, Eros no muere – es hijo de Poros, Poros, el recurso- es sólo Psique que lo se siente morir. El arte confirma ser aquello que cobra bríos cuando va a buscar lo que ha producido su desvanecimiento.